Todo el pueblo se
acerca la plaza, porque después de la misa y la procesión viene el espectáculo,
un espectáculo que demuestra que la expresión corporal y la danza son bienes
ancestrales.
Los negritos son
cuatro parejas de hombres, engalanados con el traje regional y con la cara
tiznada de negro. Les asiste y ayuda en
los bailes y los tragos un personaje hecho de color y burla, el palotero, y les
acompaña, incansable, el tomborilero, único encargado de
poner música a la fiesta.
Suena el tamboril y ¡comienza
la danza!.
A lo largo de un rato podremos disfrutar de siete bailes únicos,
peculiares, sencillos y bellos a la vez. Siete bailes que hacen un recorrido
por los aspectos esenciales de la vida de las personas, ya que en ellos pueden
verse oficios, luchas, alegría, fuego, burla, compañerismo, y un sin fin de
matices que hacen que no puedas perder la concentración.
Y al final del todo,
felicidad, reflejada en las caras de aquellos que se sienten orgullosos de
continuar poniendo en valor el legado de
sus antepasados.
Si queréis disfrutar de la magia de esta fiesta, sólo tenéis que acercaros a Montehermoso por San Blas... está a la vuelta de la esquina...
¿danzamos?
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