Las mascaras y monstruos danzan junto al gentío y ocupan poco a poco la plaza...
Huele a humo porque han encendido las hogueras. La borrajá de patatas está por hacer y luego serán las brasas las que se ocupen de asar la carne para todos los que se asomen a este pequeño y entrañable carnaval. Por la mañana los "encarantoñauh" han podido probar la olla de alubias y han dado cuenta del aguardiente, las perrunillas, bollas y matajambres.
Quien se asoma a las Hurdes por carnaval encuentra una celebración muy sencilla pero cargada de tradición.
Hay de todo, una partera que persigue preocupada a la Tía Rechonchona, que está cumplida y que no para de pasearse pesarosa por la plaza. La pobre está que no puede con su alma y ante la sorpresa de los forasteros y para regocijo de los hurdanos se pone de parto en mitad del festejo. Le atiende la partera que con su habilidad, fruto de los años de experiencia, le ayuda a traer a este mundo a su criatura de trapo. Los diabluh que arrojan ceniza, la vaca pinta que persigue sin tregua a los pequeños que corren de un lado a otro de la plaza esquivándola entre risas y casi sin aliento después de las carreras. Un burro que pasea el rey de "antrueju".
Una entronización con ristre de ajos y corona de cartón dorado de por medio, un "obispu" que da su bendición a los asistentes y el "Morcillu" que, por su pecaminosa existencia, pagará siendo apaleado y quemado, para que sirva de escarmiento, a pesar de las plañideras que implorarán sin cesar el perdón para el pelele. Fiesta y tradición.
Tamboril y mascarada.
Disfraces sin mucho ornato pero diversión a cascoporro...
¡Cuidado!
¡Que viene la vaca pinta!


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