Que no se asuste nadie.
Bajo las pieles y la careta fantasmagórica se esconde un hombre.
El mismo, que de niño, despertó al son del tamboril cada día de San Sebastián.
Así es como despierta Acehúche cada 20 de enero, con olor a migas, a piel, a romero, a pólvora... al poco se llenan sus calles de color en forma de lluvia de confetis y de pañuelos bordados de las regaoras.
Es un pueblo abierto al visitante, generoso y orgulloso de preservar sus tradiciones.
Silencio, tres pasos, reverencia, una rama de acebuche que rasga el suelo y ...
la procesión sigue su curso, con el romero impregnándolo todo y el corazón latiendo deprisa.
¡Viva San Sebastián!
Si quieres saber más de esta fiesta te dejamos el enlace que le dedica PlanVex con toda la información necesaria para quien se anime a participar de esta maravillosa tradición...
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